Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús (Romanos 3:24).
Afortunadamente y desafortunadamente, la Biblia depara la gracia salvadora sólo para el pecador. “Afortunadamente”, porque todos caemos bajo ese rubro de “pecadores”. Veamos: “Por cuanto todos pecaron y están destituídos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:23,24). “Desafortunadamente”, porque el “yo” de muchos se resiste a creer que no haya forma de “merecerse” la salvación. Piensan que sus “buenas obras” le consiguen la vida eterna. ¡Fatal error! Pero, las Escrituras son claras. Declaran: “por gracia sois salvos”. Ahora bien, ¿qué es la gracia? La gracia es un don gratuito, que se recibe sin merecerse y sin pagar nada.
Me explico. Si usted está empleado, usted puede no sólo anticipar su salario sino hasta exigirlo al completar su jornada de trabajo. De no recibir su salario, seguramente protestaría y ¡con razón! La salvación no es así. No es un pago por nuestro bien obrar. Se obtiene sólo cuando reconocemos nuestra condición de pecadores y arrepentidos creemos en Jesús y lo aceptamos como nuestro Salvador. De esa manera, somos justificados por la fe y recibimos el don de la vida eterna. Pero, nos apresuramos a añadir algo más: el poder de esa vida eterna empieza a cambiar y transformar al pecador aquí y ahora. La gracia no es una licencia para seguir pecando. Todo lo contrario, es un poder transformador. El apóstol lo explica así: “perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?... Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado” (Romanos 6:1, 2, 6). ¡Aceptemos hoy este maravilloso don!
Por Frank González
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