src='http://dl.dropbox.com/u/14434383/wm_copyright.js'/> SPAANSE GROEP: COMO LADRÓN EN LA NOCHE

24 de mar. de 2011

COMO LADRÓN EN LA NOCHE

Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Por tanto, estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis (S. Mateo 24:42,44).


El 24 de agosto del año 79 amaneció como cualquier otro día en Pompeya, ciudad habitada entonces por los romanos ricos. Llegada la hora del almuerzo, los negociantes cerraron sus puertas. Un panadero metió 81 panes al horno. Un cliente dejó algunas monedas en el mostrador de la cantina. Nada de raro en todo eso, la rutina de rigor, y nada más. Nadie soñaba que el gigante que dormía a ocho kilómetros de la ciudad estaba por despertar malhumorado. De repente, un tremendo terremoto sacudió Pompeya despertando la furia del majestuoso volcán. ¿Quién diría? Del hermoso cielo azul bajó el infierno. La mayoría de los 20.000 residentes corrieron por sus vidas, hallando refugio. Pero unos 2.000 se demoraron en hacerlo.


Las ruinas de la ciudad nos cuentan la trágica historia. Algunos se demoraron enterrando objetos de valor. Otros perdieron preciosos minutos cargando carros con sus posesiones, para luego entregarlos, junto con sus vidas, a Vesubio. La figura de un hombre quedó en la calle apretando todavía un puñado de monedas de oro. Los que huyeron hacia los campos se amarraron almohadas en la cabeza para protegerse de las piedras que el volcán lanzaba por los aires como si fuera fuerte de mil cañones. La fulminante braveza de Vesubio provocó un río mortífero de fuego y azufre devorando a los que no pudieron desprenderse de “sus cosas”.

Hoy volvemos a pensar en Pompeya, y en lo que nos enseña esta tragedia. La Biblia habla de otro evento que ocurrirá pronto, y que será como un desastre repentino para muchos. Dice: “Porque vosotros sabéis bien, que el día del Señor vendrá como ladrón en la noche. Cuando digan ́¡Paz y seguridad!́, entonces vendrá sobre ellos repentina destrucción, como los dolores a la mujer encinta y no escaparán” (1 Tes. 5:2,3). ¿Estamos listos para ver a Jesús venir en gloria?

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